
En comparación con otros tipos de medios de comunicación en la web, el vídeo es único por la inmediatez con la que puede transmitir una gran cantidad de contenido emocional e informativo a sus espectadores.
Al ser una forma de comunicación instantánea, el vídeo tiene la ventaja de poder crear una experiencia compartida, en la que la gente puede ver lo mismo al mismo tiempo, en cualquier parte del mundo.
Al igual que con todo el contenido social, permitir que la gente participe de esta manera puede crear un profundo sentido de conexión y comunidad, que puede ayudar a generar el boca a boca y amplificar el alcance de su mensaje.
Aunque tendemos a disfrutar y compartir contenidos que tienen una valencia emocional positiva, los vídeos que nos mueven hacia la tristeza y la ira también pueden ser persuasivos y poderosos; sin embargo, para conseguirlo es necesario un enfoque hábil y lleno de matices.
Tanto si se trata de incitar a la gente a comprar un producto como a hacer un donativo para una causa, se ha comprobado que sentimientos como la simpatía, la tristeza y la compasión desempeñan un papel fundamental a la hora de motivarnos para ayudar a los demás.
Desde una perspectiva psicológica, encontrar la manera de contar su historia a través de la narrativa de una persona, en lugar de la de muchas, también puede tener un profundo impacto en la forma en que se recibe su mensaje.
Las organizaciones benéficas conocen desde hace tiempo la eficacia de este enfoque, y las investigaciones posteriores respaldan su estrategia.
Dado que nuestra atención magnifica nuestra respuesta a las situaciones con carga emocional, y que cuanto más grande es el grupo, más disminuye nuestra atención y capacidad de concentración, tiene sentido que una historia sea más convincente cuando transmite la difícil situación de un solo individuo.
Por ejemplo, las escenas de batalla en las películas tienden a ser más atractivas cuando se centran en los protagonistas y no en una masa de gente luchando.
Dado que es más probable que veamos a una sola persona como una unidad psicológicamente coherente que a un grupo, esto puede explicar por qué tendemos a sentir más compasión y
angustia hacia la primera.